El universo de símbolos de Adolfo Álvarez Barthe se instala en Artís para devolver al espectador el poder de la contemplación
Adolfo Álvarez Barthe citó a Giorgio de Chirico. Como el genio italiano, también “daría lo que fuera para saber qué líquido es exactamente el que tengo que emplear”, explica mientras caminamos por “la leyenda griega, por las andanzas de los edificios entre sueños, por los mares de las aventuras de Ulises...” Es el análisis de la galerista, Carmen Navarro, sobre las obras que expone en Artis (hasta el 4 de mayo) un creador que apuesta por la aplicación de “capas de color transparente, yemas de huevo” y algún que otro secreto que no desvela (“tampoco en esta época, en la que la pintura no es un negocio familiar”, apunta). Versatilidad y flexibilidad que se rigen por tonalidades que enamoran la mirada entre estrellas y poetas (reconocemos a Luis Cernuda; “vive en la tierra pero escribe en el cielo”, reflexiona Álvarez Barthe).
Su pintura, inspirada en tratados, “también del siglo XX”, devuelve al espectador “el poder de la contemplación” entre símbolos, muchos de los cuales “están en el inconsciente colectivo” (cita las series de dibujos animados para niños sobre Ulises). Adolfo Álvarez Barthe concede vital relevancia a la técnica en un recorrido que se detiene en el foro de los filósofos, los Templarios, la Anunciación. Un resumen de su trayectoria, en la que convergen otras disciplinas como y el teatro, además de la citada poesía.
El veterano, artista (premios de Pintura de Ponferrada y Fundación Camuñas, entre otros) destaca la aplaudida frase “el espectáculo debe continuar”, que debe ser aplicable a la pintura, además de defender el diálogo entre “el cliente y artista; Esta galería, por ejemplo, funciona como un centro de producción y exportación de arte” en contraposición con 1o que ocurre en las industrias culturales.