Adolfo Álvarez Barthe presenta en la Sala Provincia su exposición “Pervivencias”, un recorrido por su trabajo que parte de los años ochenta. Una conferencia del pintor y la música clásica en directo, pondrán prólogo esta tarde, a las 19,00 horas, a la exposición Pervivencias, de Adolfo Álvarez Barthe, que se inaugura en la Sala Provincia del Instituto Leonés de Cultura.
Para penetrar en los secretos de la pintura de Adolfo Álvarez Barthe hay que conocer muy en profundidad los secretos del pensamiento humano desde el principio de los tiempos. Y, además, hay que estudiar toda la teoría de los símbolos cuyo sedimento ha ido acumulándose en la cultura humana en forma de jalones que orientan sobre el camino recorrido. Por esos senderos transita este pintor leonés que ha llegado ya a un momento de feliz madurez.
-¿No cree -preguntamos al artista- que su pintura puede resultar demasiado críptica para el espectador que se enfrenta a ella inadvertido de sus contenidos?
- Hoy sí. Hay que tener en cuenta que los símbolos actúan por si mismos y en realidad no necesitan historiarse. Por eso son imprescindibles y tienen el poder suficiente para integrarse en todas las artes. Los símbolos ayudan a desentrañar lo que de misterioso puede haber en mi pintura, aunque hay que reconocer que a estas alturas hemos perdido mucho contacto con el lenguaje mágico de los signos, por eso algunos tendrán una cierta dificultad para penetrar en el sentido de mis obras.
- Su evolución pictórica es lenta, muy meditada ¿Cómo podría definir su caminar por el arte desde el año 1988 a la actualidad, que es el periodo que comprende esta exposición?
- Sí, es verdad que mi pintura ha tenido una evolución muy pausada. Pero creo que lo importa es la voz, lo que en cada momento tengo que decir, tengo que expresar. Y en el transcurrir del tiempo la voz se ha ido cargando de experiencias y de recuerdos. Pero en lo fundamental sigue siendo la misma. Yo no soy una persona que otorgue demasiada importancia a la evolución, no soy hombre de novedades, yo no me divorcio… ¡aunque tampoco me caso!, pretendo ser siempre un hombre bien informado. Mi trayectoria ha sido muy lenta y en ella he intentado ir modelando la voz originaria. En la exposición podrán verse las diferencias a lo largo del tiempo, pues se ha instalado de forma cronológica y resulta muy didáctica para conocer mi obra. Yo creo que en lo que más ha cambiado es en la parte técnica.
- En sus obras hay mensajes casi subliminales, hay pintura de verdad y hay un toque artesano. A usted le gusta recrearse en la técnica, en la elaboración de los pigmentos que le servirán para expresarse ¿Cuánto de artesano debe de haber en un artista plástico?
- Yo no conozco ninguna obra de arte de las que reputamos como imprescindibles, que no esté extraordinariamente bien hecha. Quizá por eso yo doy una importancia enorme a la cocina pictórica. Entre otras cosas porque lo que hago es pintura, y mí soporte precisa, para que aguante, una base técnica enorme.
- ¿Existe para usted alguna diferencia entre escribir un libro y pintar un cuadro. Se siente Álvarez Barthe poeta mientras maneja los pinceles?
- Todas las artes, todas las musas, son hijas de la memoria. Son hermanas y los hermanos suelen tener distintos recuerdos de una misma cosa. Estoy seguro de que la poesía, la pintura y las demás artes hablan de lo mismo aunque en distintos lenguajes. La madre es la misma: la memoria. Cuando pinto necesito que a mi alrededor haya música y también poesía. Esto me ayuda a establecer un sistema proporcional y a llenar el cuadro de semántica, de contenido, y esto fluye fácilmente a través de la poesía y la música.
- La mayoría de los pintores, de los artistas en general, consideran muy difícil explicar sus obras, en cambio usted es capaz de entonar todo un discurso frente a sus cuadros ¿Podríamos decir que es un pintor ilustrado, un intelectual?
- No soy intelectual, pero siento mucho las cosas que hago, me entrego de cuerpo y alma en cada pincelada. Quizá por eso yo vertebro un discurso revelador de lo exotérico que contienen mis cuadro… eso también puede ser una indicación de lo gitanos que podemos ser los artistas, sobre todo los artistas plásticos que saben hablar y vender lo que hacen. Pero en cada cuadro hay cosas enigmáticas que no se pueden explicar que deben fluir directamente del lienzo al espectador.
-Lo hecho pervive y ahí está, ¿Pero qué caminos seguirán sus obras a partir de este momento?
- Nunca he tenido miedo al porvenir. Lo que tiene que mantener inalterable un artista es la capacidad de saber escuchar su propia voz. Mientras no pierda esta facultad tendrá claro el paso siguiente. A mí me parece curioso que mucha gente, amigos, familiares, críticos, estudiosos… estén indagando detrás del conocimiento de la evolución de los artistas. Yo estoy absolutamente convencido de que esas personas no quieren que uno haga la obra que necesita hacer, pretenden que haga otra más a su medida. Pero el artista debe permanecer solo, en una soledad total, para hacer su obra. A mí no me asusta el futuro porque siento inalterable en mí el conocimiento de esa voz que me habla, que me guía desde el interior.
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