El artista sigue presentando su obra al temple y con escenas que mezclan el mundo real con los mitos, la cultura clásica o la religión
Siete años después de su última exposición en Salamanca. El pintor leonés Adolfo Álvarez Barthe retorna a los ambientes culturales salmantinos con una nueva y sugerente muestra pictórica. “Es una ciudad que me gusta mucho y con la que mantengo una buena relación desde hace muchos años“, señala el artista, quien, una vez más, vuelve a elegir la galería Artis como lugar de exhibición de sus nuevos trabajos artísticos.
Integrada por una veintena de piezas, la muestra sigue fiel al estilo inconfundible y personal de un artista que ha sabido hacer de la creación plástica algo más que una mera manifestación de técnica y oficio. “La pintura llega a convertirse en una forma de vida”, confiesa este leonés, quien después de veinte años de actividad profesional aun se sigue considerando un aprendiz. “El mundo de la creación no tiene límites“, apostilla.
Y su pintura tampoco. Asentado desde sus inicios en la pintura al temple sobre tabla y papel, Álvarez Barthe no deja de innovar y experimentar con cada nueva serie. Y no sólo desde el punto de vista técnico —su pintura es cada vez más limpia, luminosa y transparente—, sino también temático —con un notable giro al mundo de la poesía y de la religión».
Símbolo, mito, viaje... siguen marcando el devenir creativo de este artista, quien, con el paso de los años’, parece haber encontrado en la poesía, la religión y la naturaleza nuevos campos de cultivo para el surrealismo simbólico que nace de sus pinceles. “Siempre he pensado que es necesario vincular la pintura a otras artes y que vivir de forma aislada ha sido uno de sus mayores errores”, sentencia el artista leonés, quien a los elementos o religiosos incorpora ahora los personajes reales. “Tal vez sea producto de mi interés por el retrato”, confiesa Álvarez Barthe.
Consciente de que la crisis está afectando de lleno a la creación artística, este pintor leonés reconoce que esta situación vendrá bien para "hacer una gran purga en las industrias culturales con el fin de que vuelva la confianza en la cultura real, que será luminosa, terapéutica y trascendental”, concluye Adolfo Álvarez Barthe.
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