El artista inauguró el lunes una exposición que completó con una conferencia en la que analizó la situación actual.
MADRID. El pasado lunes tuvo lugar en la Casa de León en Madrid (calle del Pez, 6) la inauguración de una nueva exposición de Adolfo Álvarez Barthe. En esta ocasión el autor acompañó sus obras con una esclarecedora conferencia. Sabemos que la pintura de Barthe se asienta sobre sólidas bases intelec- tuales. Su figuración es enormemente simbólica y nada de lo que hace carece de sentido; desde la elección y las proporciones del formato hasta las citas figurativas de su pintura.
Las obras, luminosas, son temples sobre tabla y suponen un buen resumen de los temas a los que el pintor nos tiene acostumbrados: arquitecturas posibles e imposibles, cielos estrellados, la imagen del poeta, monarcas mágicos y abstracciones musicales. El elogio a la gran tradición occidental no excluye elementos orientales en su obra. En ocasiones algunas tablas deben verse como mandalas.
La conferencia no fue menos plástica. Con gran vehemencia el pintor nos alertaba sobre uno de los males de nuestro tiempo: la dificultad que todos tenemos para concentrarnos en estados de contemplación. Su explicación sobre los aspectos técnicos de la pintura nos encaminaba hacia esos estados de contemplación. No faltó un muy personal análisis de la presente situación cultural. Escuchándole, uno advierte que, aunque es verdad que su interpretación de la realidad y de su oficio parte de un enfoque intensamente intelectualizado, hay motivos y experiencias muy personales (que nos supo comunicar) para actuar así. La exposición permanecerá abierta hasta el 26 de noviembre.
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