Dos ojos tiene, como cualquiera de sus vecinos, la ciudad de León. Dos ojos, como ocurre en algunas caras simpáticas, de desigual color pero perfectamente alineados, Si uno quiere dejarse ver por ellos ha de acercarse, antes del 22 de junio, hasta la Fundación Vela Zanetti. Allí se dará cuenta de la amabilidad de unos ojos que se dejan mirar. Una docena de exposiciones en común han convertido a los fotógrafos Vicente García y Marcelino Cuevas en una de las miradas imprescindibles de León. Reflejos de hielo y cristal es, hasta ahora, la última mirada que nos proponen.
Vicente García, el ojo más lírico, nos tiene acostumbrados al magistral manejo de diferentes escalas en el retrato de la naturaleza. Su cámara es de distancias largas y cortas. Desde la complejidad formal de una minúscula hoja hasta los escarchados paisajes de esta exposición. En la obra de Vicente García hay algo, a la vez, muy poético y muy científico. Los cuatro elementos y las figuras que forman parecen ser los temas de este, por lo demás, extraordinario fotógrafo en lo que se refiere a la técnica.
Marcelino Cuevas, el otro ojo, prefiere mirar la ciudad. No se ejerce en vano la crítica de arte durante tantos años como lo hecho este fotógrafo. Marcelino Cuevas sabe que hay distintas maneras de ver, que hay tantos ojos como artistas. Y, así, sus fotografías son una intersección de miradas que describen el tráfago y el tráfico de las ciudades. Lo suma todo. El cristalino del ojo del fotógrafo, el cristal de las lentes de la cámara, el de los escaparates de las ciudades y el cristalino del ojo del espectador., en el que también se piensa, invirtiendo las fotografías para que puedan leerse nombres conocidos de todos. En este sentido, una pieza como Ciriaco resulta de una audacia conceptual y un rigor formal admirables.
La transparencia del cristal y la manera de cubrir de la escarcha, que no niega la forma que cubre, son los motivos recurrentes de esta exposición. No hay dureza en la contemplación de estas obras. Los fotógrafos retratan, además, la actividad que se transparenta y refleja en la ciudad y la nobleza de unas formas cubiertas pero no vencidas.
Adolfo Álvarez Barthe.
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