CONFERENCIA

 

El paseo por la Historia del Arte de un leonés:

Luis Sáenz

de la Calzada

por Adolfo Álvarez Barthe

Factor. Espacio San Feliz.

c/ La Estación 3,

San Feliz de Torío, 24890, León

PRESENTACIÓN/LIBRO

 

Pequeñas cosas

para el agua oscura

de Luis Sáenz de la Calzada

 

2023 Residencia de Estudiantes. Madrid

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2021 Luis Sáenz de la Calzada

Un análisis pictórico

Autor:

Adolfo Álvarez Barthe

FOTOS PRESENTACIÓN LIBRO. CÁDIZ y LEÓN

PRÓLOGO

Ana Paniagua

 

Pertenezco a esa generación de leoneses que descubrió los morados fragmentados de Luis García Zurdo en la sala de espera de la consulta de mi pediatra, el animalario de Calzada  en el vestíbulo del hotel Quindós y los ocres de Vela Zanetti en el del Conde Luna.  Aún no estaban inventados los fines de semana gastronómicos en Can Roca y una clase profesional, cultivada y generosa, nos mostró a hijos, alumnos, clientes  y pacientes el respeto por el arte, el gusto por lo imperecedero y el buen criterio de invertir en nuestros artistas. Por lo demás, el legado de cada familia incluyó la libertad bajo el brazo y, como mínimo, un ejemplar del Quijote y una historia del arte universal adquirida a plazos, con la que ilustramos nuestros trabajos de bachillerato por ciencias o por letras. Todo ello mucho antes de situar Silicon Valley en un atlas  y de que las becas Erasmus y los vuelos low cost nos permitieran más sofisticadas y globales formas de conocimiento. Adolfo Álvarez Barthe y yo somos hijos de aquellos padres, con quienes hemos contraído una deuda  que solo podremos saldar reconociendo la herencia y agradeciendo los principios en virtud de los cuales, además, nos vemos obligados a intentar con nuestros descendientes tarea de similar envergadura. Como el pintor ha defendido en alguna ocasión, «importa lo que se recibe, cómo se recibe y, después, lo que se destila.»

En una tarde de abril de 2019, asistí en el Centro Leonés de Arte a una de las visitas guiadas que Barthe ofrecía entonces con motivo de la exposición de una cuidada selección de obras de  Luis Sáenz de la Calzada. Decir visita guiada es contarlo pero no abarcarlo, porque aquel amenísimo recorrido respondía al ideal estético y pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza. A propósito de aquella muestra, Álvarez Barthe había publicado Luis Sáenz de la Calzada, un ensayo biográfico, el antecedente de este análisis pictórico y que junto con él completa el estudio más exhaustivo y poliédrico que se ha hecho sobre el pintor leonés.

 

Si en el primer ensayo el autor contextualiza la vida y obra de Calzada, en este que presentamos ahora indaga en su obra pictórica, revela las claves de su lenguaje, nos descubre los símbolos de su discurso estético, ancla sus referentes y,  sobre todo, reconstruye su poética.

Las coordenadas espaciotemporales de la juventud  de Calzada son las de Moreno Villa, Lorca, Alberto Sánchez, Benjamín Palencia y otros que formaron la generación probablemente más brillante del siglo XX español. Y en esas mismas coordenadas se mantuvo a lo largo de su carrera artística. Acaso lo que pretendiera Calzada, como Salinas, Guillén o Cernuda, fuera dar carácter unitario a su obra y, como no abandonó jamás su formación científica, lejos de estar bien preparado para un mundo que ya no existía, sabía muy bien que la nueva física avalaba su audacia intelectual y estética.

 

La metodología  crítica de Álvarez Barthe resuelve cualquier  dificultad planteada por el presunto anacronismo de Calzada. Geometría de múltiples aristas,  rigor técnico y metáfora poética para desvelarnos la pintura de Luis Sáenz de la Calzada. Si la antidialéctica de la guerra cercenó todas las utopías, el Gran Teatro del Mundo continuó su representación. “Pasen y vean”, que de pintor a pintor, comprobarán que «el tiempo entra por los ojos»

Joaquín Revuelta | 02/02/2021

 

Adolfo Álvarez Barthe:

"Calzada no es surrealista"

Tras comisariar junto a Luis García la exposición retrospectiva de Luis Sáenz de la Calzada ‘El humanismo renaciente’ y publicar un ensayo biográfico, acaba de ver la luz un análisis pictórico del artista leonés

 

El pintor y escritor Adolfo Álvarez Barthe fue protagonista el pasado sábado en la Librería Universitaria de la firma de ejemplares de su más reciente publicación, ‘Luis Sáenz de la Calzada, un análisis pictórico’ (Eolas ediciones) que viene a completar la anterior ‘Luis Sáenz de la Calzada, un ensayo biográfico’ (Eolas ediciones) y la exposición retrospectiva ‘Calzada. El humanismo renaciente’, que pudo contemplarse en el Centro Leonés de Arte durante los meses de noviembre y diciembre de 2018 y enero de 2019.

 

– La figura de Luis Sáenz de la Calzada ha ocupado los tres últimos años de su vida con la publicación de un ensayo biográfico, un análisis pictórico y la puesta en marcha de una gran exposición retrospectiva con el título ‘El humanismo renaciente’. No se si ya estaba todo en su cabeza o si un proyecto le ha llevado al otro.

 

– En mi cabeza no estaba ideado. Yo sí creo que estaba ideado en la cabeza de alguien que es Luis García. En realidad el primer evento al que me invitan es a dar una conferencia sobre Luis Sáenz de la Calzada en el Centro del Clima de La Vid de Gordón. Una vez acabada la conferencia Luis García me propone la redacción del libro, y a la vez que estoy redactando el libro me propone comisariar junto con él la exposición en el Centro Leonés de Arte. Una vez presentado el libro, que en el caso de León tuvo lugar en la Biblioteca Gumersindo de Azcárate de la Fundación Sierra Pambley y en Madrid en la Residencia de Estudiantes –porque Sáenz de la Calzada había estudiado allí– y también en la Fundación Carlos Edmundo de Ory en Cádiz, que también tiene ciertas vinculaciones institucionistas, me propuso también la redacción de un análisis pictórico. Yo he ido obedeciendo porque si no no lo hubiera escrito. Yo solo voy a escribir cosas si me lo piden, porque en realidad soy pintor. Yo creo que la intención de Luis García era dejar si no cerrado sí ampliado el análisis de la figura de Luis Sáenz de la Calzada, que no contaba con un buen análisis por lo menos desde el punto de vista de la historia del arte.

– En una figura tan poliédrica como la de Luis Sáenz de la Calzada, ¿qué le resultó más complicado de acometer, el ensayo biográfico, el análisis pictórico o el comisariado de la exposición retrospectiva del CLA?

 

– El análisis biográfico no tanto porque sí es poliédrico pero se le puede seguir y hay datos y hay obras. Se sabe de su función de actor, bastaba con indagar un poco para saber qué obras habían presentado. De su faceta como conferenciante bastaba leer la prensa de la época. De algún tipo de ensayo científico, porque no hay que olvidar que era un hombre de ciencias, era médico y biólogo. Ahí era fácil. Lo más difícil ha sido hacer un análisis pictórico porque todo lo que se había hecho críticamente sobre ese aspecto era deficiente porque se decían cosas que no son. Calzada no es surrealista. Se decían cosas sueltas que también tenían que ver con el momento histórico que se iba viviendo. Hay que decir sin embargo que Antonio Gamoneda en las cuatro o cinco cosas que dijo de él, no ligadas en una estructura entera, sí daban en la diana. Entonces, a partir de ahí y con los nuevos instrumentos que tiene la historia del arte sí se ha podido hacer una semblanza crítica de su pintura que no existía antes.

 

Adolfo Álvarez Barthe y Luis García. comisarios de la exposición ‘Calzada. El humanismo renaciente’. | MAURICIO PEÑA– ¿Qué aspectos fueron los que destacó Gamoneda que resultaron a su juicio tan certeros?

 

– Gamoneda lo ubicó tanto en pintura como en literatura. Se ha publicado hace unos años un poemario inédito de Calzada con el prólogo de Antonio Gamoneda, quien no se dejó engañar digamos por los movimientos estéticos. Gamoneda lo centró muy bien tanto en literatura con el creacionismo como en pintura con la Escuela de Vallecas y el retorno al orden. Todo eso viene amalgamado ahora y puede desarrollarse críticamente mejor.

 

– Recuerdo que en nuestra anterior conversación con motivo de la presentación del ensayo biográfico me comentaba que la pintura de Luis Sáenz de la Calzada estaba muy influenciada por la literatura y dada la figura de su maestro y mentor, José Moreno Villa, por los emblemas. ¿Podría profundizar en esa idea?

 

– Moreno Villa era un bibliotecario que llegó a dirigir el Archivo Nacional y llevaba a los residentes por los museos, les enseñaba cosas, les llevaba por los archivos, y la literatura emblemática es un aspecto que influye mucho en Calzada porque le conviene mucho también a Calzada. Calzada es un hombre que en toda su obra pictórica hay muchos contenidos: contenidos literarios, contenidos mitológicos, contenidos científicos... y la manera de aunar todo eso ya la habían probado los autores de tratados de emblemática en el Renacimiento y el Barroco. Unir dos objetos en apariencia imposibles de unir, objetos que no se darían cita en la vida común para desarrollar un discurso, eso es lo que hace la emblemática. Y ese es el proceder pictórico de Calzada, que así aprovecha también todos sus conocimientos.

 

– ¿Cómo fue la gestación del libro, cuya redacción tengo entendido se hizo en buena medida en los meses del confinamiento más estricto?

 

– Antes de la pandemia yo ya tenía bastante documentación consultada y tenía un esquema. Según nos confinaron domiciliariamente pues yo que soy un trabajador muy metódico me levantaba, desayuna y por la mañana ya empezaba a redactar. Ya había hecho algo pero se rehace todo entre los meses de marzo, abril, mayo y principios de junio. Ahí es cuando se hace el libro entero. Luego otra cosa es la maquetación, que también tiene su interés porque la pintura de Calzada tiene un aspecto secreto, un aspecto hermético, y yo quería que la edición también tuviera algunos detalles de ese tipo. Por ejemplo, la introducción está vertebrada en doce pequeños capítulos. La inicial capitular de cada uno de ellos va dando luego un lema, que era el lema de trabajo de Calzada, ‘festina lente’, un lema muy antiguo que perteneció al emperador Augusto aunque luego se reactualizó en el Renacimiento con el editor Aldo Manucio. ‘Festina lente’ sería el equivalente a ‘sin prisa pero sin pausa’. Yo quería meter esos pequeños secretos también en la parte de la edición y en ese sentido el editor Héctor Escobar ha sido mi cómplice porque lo hemos pasado muy bien jugando con la edición.

– Tengo constancia de que ha quedado muy satisfecho con todo el trabajo desarrollado en ‘Luis Sáenz de la Calzada, un análisis pictórico’.

 

– Yo quedo satisfecho cuando veo los resultados de un trabajo. Yo conocía a Calzada, lo traté varias veces en su casa y delante de sus obras hablábamos de símbolos y de todo. Yo tenía conocimientos, pero convertirlo en un discurso lógico es otra cosa. Ese esfuerzo para convertirlo en un discurso lógico y poner en un valor ya certero a una persona y a su obra te deja muy satisfecho. Sin que parezca muy vanidoso, yo sé lo que he hecho. Era difícil hacer un análisis pictórico porque la historia del arte tenía que renovarse también para poder incluir no solo a él sino a otros pintores. Qué diríamos de Balthus, que diríamos de Gallart si no renováramos la historia del arte. Y resulta que sí, que se ha renovado. En el momento en que la historia del arte, y eso ocurre sobre el año 2000, ya admite como categoría histórica el anacronismo –Calzada fue un anacrónico, pero lo fue por razones históricas– ya se puede iniciar un análisis pictórico sólido.

 

Portada del libro. | EOLAS EDICIONES– No sé si el acto del pasado sábado en la Librería Universitaria con la firma de ejemplares fue la primera presentación pública de ‘Luis Sáenz de la Calzada, un análisis pictórico’ o si ya ha tenido oportunidad de presentarlo en otros ámbitos. ¿Cómo es la hoja de ruta que va a seguir la publicación?

– La idea es hacer una presentación como dios manda. La vida tiene que seguir y aquello fue una firma del libro. Había gente ya esperándolo y también hay que poner un poco de entusiasmo en todo este desastre. He estado hablando con gente de Madrid, con Margarita Sáenz de la Calzada, que fue la que me procuró la presentación del ensayo biográfico en la Residencia de Estudiantes, y me ha asegurado que cuando todo esto pase o nos dejen sí se harán presentaciones como deben de ser. Yo creo mucho en lo comunitario y creo que un artista y un escritor deben de gozar del aplauso en la plaza pública. Me hizo mucha emoción el sábado ver cómo se acercaban las personas porque a mí no me afectó mucho mentalmente el confinamiento porque yo trabajo en casa y no me sentí prisionero en mi propia casa, muy al contrario, pero claro esto ya empieza a fatigar y cuando vi que entraban las personas para la firma me dije: ¡dios mío, mi público! La verdad es que me hizo mucha ilusión.

 

– Dada la figura tan polifacética de Luis Sáenz de la Calzada, supongo que quedan todavía muchos aspectos dignos de estudio que desconozco sí tiene voluntad de explorarlos de cara a futuras publicaciones, bien sea por iniciativa propia o por encargo.

 

– Yo obedezco, Si me piden pues doy. Soy un buen bautizado. Sé que se va a intentar la publicación de otros poemarios inéditos, que necesitarían también aparato crítico. Los aspectos científicos no hace falta ahondar en ellos porque Calzada fue doctor en medicina y luego profesor de Biología en la Universidad de León y aunque publicó algunas cosas dentro del discurso científico son cosas normales. Pero falta ahondar un poco más en la parte literaria. Me consta también que el archivo que tiene Margarita Sáenz de la Calzada y al que yo tuve acceso hay bastantes obras inéditas. Hay incluso algunas obras de teatro de formato autosacramental y todo eso está inédito. Luego sobre la pintura haría falta que el coleccionista acercara las imágenes de esos cuadros que posee, más que nada para engrandecer el catálogo de Calzada.

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ELOÍSA OTERO. 29 enero 2021

Adolfo Álvarez Barthe

firma ejemplares de su libro sobre

la pintura de Luis Sáenz de la Calzada

 

La Librería Universitaria (Gran Vía de San Marcos 3), en León, acoge este sábado 30 de enero por la mañana, de 11.30 a 13.30 horas, la firma del libro “Luis Sáenz de la Calzada, un análisis pictórico” (Eolas ediciones) del que es autor el artista y escritor leonés Adolfo Álvarez Barthe.

 

Hace dos años, Adolfo Álvarez Barthe ya publicó otro libro sobre este personaje imprescindible en la historia de León: “Luis Saénz de la Calzada, un ensayo biográfico”, un trabajo de investigación con el que buscó resaltar la poliédrica personalidad del artista leonés, justo a un cuarto de siglo de su muerte.

Y es que Sáenz de la Calzada frecuentó la madrileña Residencia de Estudiantes; formó parte, dirigido por Federico García Lorca, del elenco de actores de La Barraca; se sumó a las vanguardias que, durante los años veinte y treinta, se ensayaron en Madrid; sobrevivió, enmascarado en el Teatro Nacional, a la Guerra Civil y a una dura posguerra; y durante el franquismo se convirtió en un poeta secreto. “Su papel al final del franquismo fue determinante. Nombrado primer presidente del Club Cultural y de Amigos de la Naturaleza (el ya legendario y mítico CCAN) a principios de los setenta, defendió los intereses ecológicos de la provincia leonesa a la vez que organizó un eficaz circuito de préstamo de libros entonces prohibidos y promovió el ordenamiento de los cuadros directivos de los partidos de izquierdas”, apunta Barthe. Además Saénz de la Calzada practicó la odontología y el magisterio universitario en León, ciudad en la que ejerció sus muchas vocaciones mientras preparaba el camino de la transición democrática.

 

En este nuevo libro más centrado en la pintura del polifacético artista, como escribe Ana Sofía Pérez–Bustamante, “Barthe lucha entre la evidencia de un silencio harpocrático y la necesidad de un ejercicio hermenéutico de dilucidación. El resultado es, inevitablemente, poético. Es entonces cuando más penetra la mirada del pintor y retratista que es Álvarez Barthe; cuando nos va descifrando a qué apuntan los grandes símbolos con los que dialoga Calzada: el caballo aprisionado que siempre indica una batalla interior, una psicomaquia; el Arlequín que refleja lo inferior del ser humano y, como el Loco del Tarot, su capacidad de transmutarse en cualquier otra cosa; el ángel que es mensajero de los niveles superiores de la existencia; la mujer asomada a la ventana que es la mediadora entre la naturaleza y el ángel; el durmiente cuyos sueños fecundan la vigilia…”.

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El leonés Adolfo Álvarez Barthe

firmará su libro "Luis Sáenz de la Calzada, un análisis pictórico"

en la Librería Universitaria de León

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Adolfo Álvarez Barthe

firma este sábado ejemplares de

"Luis Sáenz de la Calzada,

un análisis pictórico"

VERÓNICA VIÑAS

El filandón

Diario de León 10 - 01 - 21

 

Descifrar el silencio de

Sáenz de la Calzada

 

Adolfo Álvarez Barthe publica un libro en el que analiza con los nuevos códigos del arte la extensa obra del digno hijo de la ‘Generación de Plata’

Discípulo brillante de la Institución Libre de Enseñanza y miembro de la mejor generación que desfiló por la Residencia de Estudiantes, amigo y colaborador de Lorca, el polifacético médico, poeta y pintor leonés Luis Sáenz de la Calzada sí tiene quien le escriba.

 

El artista leonés Adolfo Álvazez Barthe, que conoció y frecuentó al maestro en los últimos diez años de su vida, ya publicó en 2018 una biografía para sacar del injusto olvido al actor del Teatro Nacional que acabó ejerciendo de dentista en su León natal.

 

Ahora ha llegado el momento de abordar su prolífica obra. Una producción que supera las mil pinturas y que, según Álvarez Barthe, no había podido ser analizada hasta ahora, porque la historia del arte carecía de instrumentos críticos para valorarlo, como ha ocurrido también con la obra de Balthus o Gregorio Prieto.

 

Detrás de ambos libros —tanto de la biografía, que se publicó coincidiendo con la exposición organizada por el Instituto Leonés de Cultura, como de este análisis crítico de la obra de Sáenz de la Calzada— está la ‘mano’ de Luis García, responsable de exposiciones del ILC. «Tenemos mucha suerte de tener a Luis García. Sin él León sería un desierto cultural».

 

La editorial leonesa Eolas publicará próximamente Luis Sáenz de la Calzada. Un análisis pictórico, donde Barthe disecciona con nuevos parámetros la obra de un artista al que suelen encasillar en dos etapas: la Escuela de Vallecas, como se conoce a la troupe surrealista reunida por el escultor Alberto y el pintor Benjamín Palencia en 1927, cuando se plantearon la renovación del arte español; y el surrealismo.

 

Sin embargo, buena parte de la producción de Sáenz de la Calzada, que estudió Biológicas años después de licenciarse en Medicina y ejerció como profesor de Antropología Física, «tiene más que ver con la ilustración de los nuevos avances científicos», sostiene Barthe. «Casi toda la obra, a partir de los sesenta, parece la ilustración de una obra científica». Y es que «ahora podemos evaluar a los artistas con los nuevos códigos del arte», asegura.

 

El libro analiza 33 obras. El número no es casual. Y está dividido en doce capítulos, uno por cada letra de la locución Festina Lente (aproxímate despacio), que Barthe ha sacado del exlibris del propio Sáenz de la Calzada.

 

«A la hora de acometer el análisis pictórico de su extensa obra conviene no dejarse engañar por la diacrónica, artificiosa, interesada y oficiosa historia del arte. Tampoco conviene, como veremos, olvidarla; entre otras razones porque Calzada se sirvió de ella para su quehacer creativo», afirma.

 

«Juan Manuel Bonet, en su Diccionario de las vanguardias españolas. 1907-1936, incluye su nombre, aun advirtiéndonos de que la totalidad de su obra se realizó en años posteriores al marco temporal del diccionario. Esto quiere decir que el lenguaje artístico de Calzada, elaborado durante los primeros años treinta, siguió empleándose durante las sucesivas décadas que aún le quedaban al convulso siglo XX. Ninguna de las posteriores vanguardias influyó en su estilo; ni el expresionismo abstracto, ni el informalismo, ni el op art, ni el pop art… En todo caso pudo coincidir con algunos artistas adscritos a la neofiguración, pero tal coincidencia tiene más que ver con un eco de la historia del arte que con su desarrollo», explica Barthe.

 

El mundo de Sáenz de la Calzada se derrumbó en 1936, con la Guerra Civil y el cierre de la Institución Libre de Enseñanza. A partir de entonces, «habló con sus cuadros, donde resucita postulados de los años 30 por secretas sendas».

 

Afirma Barthe que los análisis que se habían hecho hasta ahora de la obra de Barthe son muy deficientes. «Yo lo he leído casi todo». Solo salva los comentarios «certeros» de Antonio Gamoneda, quien en su opinión es el que «mejor sabe» descifrar a Sáenz de la Calzada. «Yo parto de Gamoneda», dice. Es difícil ‘construir’ el mundo artístico de un hombre que fue un pionero, como digno hijo de la llamada Generación de Plata y que, sin embargo, no reconoce ninguna de las vanguardias artísticas surgidas tras la II Guerra Mundial.

 

No oculta Barthe que con su libro pretende también «revalorizar» la obra de Sáenz de la Calzada, que ya elevó su cotización tras las exposiciones que le dedicaron tanto el ILC como el Centro Cultural de la Villa. Piensa que sí es un artista conocido, pero no valorado. Su obra se ha expuesto en países como Canadá, donde una de sus cuatro hijas organizó una muestra y donde hay una pequeña colonia en Quebec de coleccionistas del artista leonés.

 

Uno de los sabios de León

 

El escritor piensa que si el pintor leonés que trabajó con Lorca en el teatro de La Barraca era un hombre hermético es, seguramente, porque perdió la guerra.

 

Sus cuadros son igualmente herméticos y están llenos de claves que hay que desvelar. Asegura que la vida y la obra de Sáenz de la Calzada están tan unidas que su auténtico testamento es el pictórico. Cuenta Barthe que en una visita a León, en la época en la que estudiaba en Barcelona, sus padres le dijeron: «Te vamos a presentar a uno de los sabios de León». Así conoció a Sáenz de la Calzada. «Disfruté mucho de su amistad y de su magisterio».

En el libro Barthe aborda cómo muchos de los cuadros de Sáenz de la Calzada, que aprendió alemán para poder leer a los filósofos germanos, «nos remiten a la literatura emblemática, sobre todo en torno al silencio; un silencio que no abandona ni con la llegada de la democracia».

 

Sáenz de la Calzada utilizó la angelología —pintó ángeles desde el principio— para explicar teorías como la gravedad cuántica o la teoría de la relatividad, que ya no se podían ilustrar. Espacio-tiempo y silencio-disimulo son claves en su obra.

 

Un artista desigual

 

También creó un bestiario que, en opinión de Barthe, es en realidad una antropología. Estima que el artista pintó más de mil obras, aunque el número es difícil de precisar porque «vendía de manera desordenada».

 

Con su libro Barthe pretende que la historia del arte corrija sus códigos con respecto a Sáenz de la Calzada. Un artista que también fue muy desigual, con obras «muy flojas», sobre todo las de pequeño tamaño, que no creó para mostrarlas y que permanecieron durante mucho tiempo en su estudio. Las hijas del artista donaron más de 200 obras a la Diputación, que quizá posee la segunda mejor colección de Sáenz de la Calzada, después de la de su hija Margarita.

 

Para Barthe, los años que el artista pasa con Lorca en La Barraca (de 1932 a 1936) son cruciales en la estética de Sáenz de la Calzada. «Sus cuadros», asegura, «parecen bocetos para teatro».

 

El artista leonés llegó a pintar también algún decorado para Buñuel, que al final sufriría un largo exilio en México junto a su arquitecto Arturo Sáenz de la Calzada, hermano de Luis. La mayor parte de los intelectuales de su época que no perecen en la guerra tendrán que buscar refugio en otros países.

 

A Luis Sáenz de la Calzada le salva Luis Escobar, marqués de las marismas del Guadalquivir y conocido por sus papeles en La escopeta nacional y Patrimonio Nacional, de Luis García Berlanga. «No se puede olvidar que yo perdí la guerra. Y me tocó perderla aquí, en León», contaba.

 

«Luis Escobar me salvó la vida en aquellos momentos tan terribles. Dionisio Ridruejo le había encargado la fundación de la Compañía de Teatro Nacional y que recorriera las ciudades y los pueblos representando autos sacramentales. Luis Escobar, necesitado de actores, me llevó con él a la compañía. Pasado el tiempo alguien de León me aseguró que mi vida se había salvado al haber marchado con Luis Escobar. Por ello, debo considerarle mi salvador».

 

«El teatro», según Álvarez Barthe, insufla en el médico leonés «una pasión infinita por todas las artes. «En 1933 estuvimos actuando en León. Representamos Fuenteovejuna y La tierra de Alvar González. Dormimos en el Hotel París y, a la mañana siguiente, al bajar a desayunar, Federico (García Lorca) pidió con toda seriedad a la señorita que nos sirviera ‘un chocolate chorpatélico, con un poco de ronronquelia’. No es difícil de imaginar la cara de la pobre camarera», contaba Sáenz de la Calzada.

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Luis Sáenz de la Calzada (1912 – 1994) científico y humanista, intelectual y artista, médico estomatólogo, biólogo, académico, profesor universitario, ecologista, actor, pintor, ensayista, poeta... Fue una de las personalidades más inclasificables e interesantes de la historia reciente de la ciudad de León. Inclasificable porque la amplitud de sus inquietudes desafía cualquier intento de categorización o taxonomía; interesante por cómo se condujo durante su complicada peripecia vital, en un siglo en el que España vivió alternativamente momentos convulsos y períodos oscuros, en los que, paradójicamente, dio a luz a una generación de artistas, científicos y literatos casi sin parangón en la historia de nuestro país.

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ILEÓN

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

 

Manuel Cuenya | 02/05/2019

 

Álvarez Barthe: “Sáenz de la Calzada aplicó una revolucionaria reforma pedagógica para el progreso de los leoneses”

 

El artista Adolfo Álvarez Barthe, autor de 'Luis Sáenz de la Calzada. Un ensayo biográfico', confiesa que, entre sus próximos proyectos, está la redacción de su segundo libro sobre Sáenz de la Calzada, en esta ocasión centrado exclusivamente en un análisis pictórico de su obra.

 

Artista reconocido, no sólo en el ámbito provincial (la Fundación Vela Zanetti de León le dedicó en 2002 una exposición antológica de su obra bajo el título 'El Teatro de la Memoria'. Y el Instituto Leonés de Cultura organizó en 2010 una exposición retrospectiva de su obra con el título de 'Pervivencias'), sino nacional, incluso internacional, pues ha realizado más de 30 exposiciones individuales  a lo largo y ancho de la geografía española. Y más de 60 exposiciones colectivas, entre las cuales podríamos destacar algunas en países como Italia y Bélgica, Adolfo Álvarez Barthe ha hecho su incursión asimismo en el ámbito de las letras, dedicándole un ensayo biográfico al ilustre leonés Luis Sáenz de la Calzada, quien fuera toda una eminencia, doctor en Medicina, biólogo, profesor universitario, actor, poeta, además de pintor (como el propio Adolfo Álvarez Barthe), actor o poeta. En realidad, Barthe asegura compartir el mismo imaginario que Sáenz de la Calzada, "compartimos el mismo imaginario. Un imaginario que incluye símbolos y literatura".

 

Un hombre renacentista, Sáenz de la Calzada,  en el que se aunaba tanto el saber científico como el artístico, que tuvo la ocasión de conocer, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, a los pintores Moreno Villa y Benjamín Palencia, entre otros. Y a un genio como Lorca, con quien llegaría a trabajar. Pues acabaría enrolado como actor en La Barraca, la compañía teatral que creara el autor de 'Yerma', lo que le permitiría recorrer España. Para luego incorporarse al teatro nacional de la mano de Luis Escobar.

 

La Residencia de Estudiantes de Madrid, situada en la llamada "colina de los chopos" (según la propia definición del poeta Juan Ramón Jiménez), fue un centro puntero, vanguardista, donde coincidieran la flor y la nata de la intelectualidad española de la época, entre ellos los ya mencionados Moreno Villa, Benjamín Palencia, Lorca y Sáenz de la Calzada, además de Dalí o Buñuel: dos de los más grandes artistas del siglo XX.

 

En la mítica Residencia de Estudiantes llegaron a dictar conferencias personalidades de relevancia internacional como Einstein, Marie Curie, Le Corbusier, Chesterton o Louis Aragon.

Una figura interesantísima, la de Sáenz de la Calzada, que Adolfo Álvarez Barthe nos acerca de un modo exhaustivo en su libro editado por Eolas bajo la batuta del artista y editor Héctor Escobar, que está apostando fuerte por la literatura leonesa actual.

 

Agradecemos este trabajo y la labor que ha hecho Álvarez Barthe por mostrarnos a una de las personalidades más relevantes de la cultura leonesa del siglo XX que, aunque relativamente conocido, él le ha dado la relevancia que se merece. Con  lo cual, aparte de su excelente faceta como pintor, le dedicamos este espacio literario. Pues este creador leonés también ha ilustrado algunos textos como 'El lenguaje de los pájaros', del poeta místico musulmán persa Farid al Din Attar.

 

"El polifacético de la Calzada también representó la absoluta y necesaria vinculación de la ciudad (y la provincia) de León con lo mejor que se había reunido en Madrid"

 

Sáenz de la Calzada, gran talento leonés

 

Cuenta Álvarez Barthe que Sáenz de la Calzada representa el talento de un gran hombre que proviene de la enorme influencia que la Institución Libre de Enseñanza tuvo en nuestra amada provincia leonesa.

 

"El polifacético de la Calzada también representó la absoluta y necesaria vinculación de la ciudad (y la provincia) de León con lo mejor que se había reunido en Madrid", afirma Álvarez Barthe, que se siente satisfecho con haber escrito y publicado este ensayo porque de este modo salda una deuda con un gran leonés. Y a la vez se siente deudor, como leonés, de uno de los periodos más importantes de nuestra historia: "el único que aplicó una revolucionaria reforma pedagógica para el progreso de los leoneses", agrega este artista leonés, al que le  interesó mucho establecer un marco histórico riguroso porque, ciertamente, la historia de la España contemporánea –aclara él– influye muy poderosamente sobre Sáenz de la Calzada. "También me interesó mucho retratar la recepción de las primeras vanguardias europeas en la ciudad de Madrid y cómo todo eso es trasladado a León", apunta este pintor ilustrado, o filósofo-poeta, que interpreta la realidad, en opinión de Luis García,  desde un enfoque intelectualizado, tamizado por la cultura clásica mediterránea.

 

No en vano, Álvarez Barthe ha vivido durante muchos años en ciudades del Mediterráneo. "Años que marcan las primeras impresiones, las que verdaderamente cuentan. Después, en el recuerdo y en el estudio, he procesado todas mis experiencias para realizar mi pintura", expone Barthe, que en la actualidad vive en León, su ciudad natal, su lugar de trabajo, "la ciudad en la que disfruto de la compañía de algunos (pocos ya) familiares y amigos, y del clima y el cielo que prefiero... Me siento muy orgulloso de pensar que el mejor pintor vivo que conozco sea un leonés: José de León", reconoce Barthe, al que le entusiasma sobre todo la poesía de Antonio Manilla y de Ana Isabel Conejo (poeta a quien hemos tenido la ocasión de entrevistar en esta misma sección).

 

"Soy católico. Pintando al temple puedo reproducir, con una emulsión, la casi infinita cantidad de capas de color transparente del cielo y de la carne del ser que amamos, que, a su vez, es una emulsión ¿Carne salvada, redimida?"

 

"Pintor  de fuerte carga simbólica, con audacia compositiva, que invita a comprender que existe la trascendencia... puente hacia lo clásico, finura metafísica en el discurso, pervivencias, alma de ilustrador, de esteta, de poeta, de teólogo, de actor, de historiador teleobjetivo...". Así lo definió el poeta y narrador leonés Luis Artigue.

 

"Sí, claro, soy católico. Pintando al temple puedo reproducir, con una emulsión, la casi infinita cantidad de capas de color transparente del cielo y de la carne del ser que amamos, que, a su vez, es una emulsión ¿Carne salvada, redimida?", se expresa este "artista figurativo, con su paleta como de pintor griego y su perfeccionismo", al que le gustan escritores tan diversos, a la vez que interesantes, como  Homero, Dante, Ariosto, Cervantes, los moralistas franceses, Stendhal, Tolstoi, Nietzsche, Proust, Thomas Mann o Simone Weil.

 

Entre sus próximos proyectos literarios, confiesa que le han encargado un segundo libro sobre Sáenz de la Calzada, en esta ocasión centrado exclusivamente en un análisis pictórico de su obra.

Entrevista breve a Adolfo Álvarez Barthe

"Me creo un contemplador pasmado y alegre"

 

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

 

'La Divina Comedia' de Dante

 

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

 

Mis padres y el stendhaliano Fabrizio del Dongo.

 

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

 

Cuando hablo de literatura no lo hago más que de sus logros.

 

Un rasgo que defina tu personalidad.

 

Me creo un contemplador pasmado y alegre.

 

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

 

La bondad.

 

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

 

En un mundo cambiante la política actual no cambia. La sociedad sí cambia y supongo que encontrará caminos para gobernarse.

 

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

 

Comer, cenar e incluso desayunar con familiares y amigos.

 

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¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

 

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¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

 

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Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

 

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Delhy Tejero y Saénz de la Calzada: doble rescate

 

Artes&Letras

BRUNO MARCOS 01/03/2019

 

Dos publaciones de Eolas Ediciones rescatan la figura de los pintores Luis Sáenz de la Calzada y Delhy Tejero.

 

Ambas permiten conocer el relato de una época en la historia reciente de España que se ha mantenido opaca, la de los creadores que se educaron antes de la guerra y tuvieron que vivir después de ella

 

Coinciden en la mesa de novedades dos libros de la editorial leonesa Eolas que rescatan a dos pintores que vivieron el siglo XX español intensamente, desde los iniciales años de agitación, llenos de cambios políticos y culturales, hasta el final del franquismo, pasando por la guerra y la postguerra. Se trata de la biografía de Luis Sáenz de la Calzada (León, 1912-1994), realizada por el también pintor Adolfo Álvarez Barthe, y de los diarios de Delhy Tejero (Toro, Zamora, 1904-Madrid, 1968), en edición que ha estado al cuidado de Tomás Sánchez Santiago y María Dolores Vila Tejero.

Ambos artistas vivieron su madurez en la España de la postguerra pero se formaron en el periodo anterior, es decir en la España inquieta de los primeros treinta años del siglo pasado.

 

El trabajo de Adolfo Álvarez Barthe nos presenta la aventura vital de Luis Sáenz de la Calzada, que llevó a cabo sus estudios en el proyecto de reformas educativas de raíz krausista propuestas por la Institución Libre de la Enseñanza. Calzada fue inquilino de la histórica Residencia de Estudiantes y miembro de la mítica compañía teatral La Barraca, dirigida por Federico García Lorca. De esta experiencia dejó testimonio en un libro que apareció en 1976 -publicado por la Revista de Occidente y reeditado en 1998 por la Residencia de Estudiantes y la Fundación Sierra Pambley- en el que plasmó sus vivencias en esos años universitarios con La Barraca, elaborando un relato de primera mano del tiempo inmediatamente anterior a la contienda civil de 1936 y, también, un interesante documento sobre la cultura, el teatro y la juventud de aquel periodo. Un libro que añade además las reflexiones de un hombre de más de sesenta años que se veía superviviente de una guerra y de un tiempo irrecuperable.

 

Sáenz de la Calzada desarrolló, después de la guerra, el resto de su existencia de forma callada en el franquismo, primero trabajando en el Teatro Nacional, rescatado por Luis Escobar para representar autos sacramentales, y luego volviendo a su ciudad natal para ejercer durante décadas la estomatología, sin dejar nunca de pintar y mostrar interés por las humanidades y las ciencias hasta morir en los primeros años noventa, ya bien asentada la democracia.

Su arte quedó adherido a las vanguardias que había conocido en los albores del siglo, tanto es así que aparece en el Diccionario de las Vanguardias en España, apuntando su autor, Juan Manuel Bonet, que Sáenz de la Calzada no produjo obra en el periodo que el libro estudia, pero sus cuadros, de cuatro o cinco décadas después, siguieron siendo los de un hombre de los años treinta. Pinturas oníricas casi siempre, arlequines, ángeles, figuras fragmentadas, fantásticas o durmientes en parajes solitarios, dalinianos o como los de Giorgio de Chirico.

 

Delhy Tejero, nació ocho años antes que Calzada y eso le permitió observar desde el principio los movimientos tectónicos que en el arte se produjeron al comienzo del siglo pasado en Europa. Se educó en Madrid, en la Escuela de Señoritas, equivalente femenino a la Residencia de Estudiantes fundada por la institucionista María de Maeztu para fomentar la formación universitaria entre las mujeres. Enseguida vio la necesidad de viajar: Tánger, Florencia, Capri, Bruselas, Roma, Nápoles, París… De la mano de Óscar Domínguez entró en contacto con el núcleo central de los surrealistas parisinos de Breton y expuso con Klee, Miró, Chagall, Man Ray, Max Jacob o Remedios Varo entre otros. También tuvo que vivir en un país muy distinto al que vio arrancar con el siglo una vez desencadenada la guerra civil, incluso así siguió trabajando junto a los artistas que, pese al aislamiento cultural de la dictadura, continuaron observando lo que ocurría en la escena internacional y trasladándolo a su obra, como Saura o Miralles.

 

Tomás Sánchez Santiago presenta los diarios de Delhy Tejero advirtiendo que no nos enfrentamos a una obra literaria concebida como tal, sino a un conjunto de escritos espontáneos y privados que no fueron redactados para su publicación. Es esto precisamente lo que les confiere una gran libertad y son un documento excepcional para conocer la sicología de una mujer que, naciendo en el medio rural de principios del siglo XX, fue artista y viajó sola por el mundo. «Lo único que siento -escribe Delhy en uno de los momentos más conmovedores de sus diarios- es el deseo inmenso de vivir. Esta gana, esta sed insaciable de todo. Que no se me llena. Deseo amar mucho, todo me gusta, tengo muchas ganas de cosas, de todo. (…) Es malo ser mediocre en todo pero serlo en arte es insoportable. (…) Siempre tan desordenada, sin estudio, sin nada, rodando de patrona en patrona, con desconfianza de todo el mundo (…) bastante he conseguido, hay que ver lo que significa poder estar sola en el extranjero».

Un camino hacia la soledad

 

La vida de Delhy desde que volvió a Madrid y hasta su fallecimiento fue un camino hacia la soledad. Su personalidad hiperestésica la hizo cada vez más ensimismada y fue acusando el paso del tiempo. Alojada en su estudio del centro de Madrid asistía a las tertulias del café Gijón observando como la fuerza vital de las vanguardias quedaba primero muda en el franquismo y luego daba paso a banales modas artísticas.

 

El acercamiento actual a estas figuras, como las de Sáenz de la Calzada y Delhy Tejero, ha de hacerse en la dirección que plantean estos dos libros, desde lo biográfico hasta la obra y no al revés; no deben analizarse exclusivamente como artistas de una etapa concreta de la historia, porque seguramente sea ya tarde para descubrir sólo su pintura. Hay que aproximarse a ellas como a personalidades cuya biografía de artistas relata una época que ha quedado opaca, la época oscurecida en la que vivieron los creadores que se educaron antes de la guerra y tuvieron que vivir después de ella, los que no murieron en el frente, los que no se exiliaron, los que no fueron a prisión pero tampoco la ganaron.

 

Sus figuras se prestan a ser interpretadas más allá de un análisis convencional de su obra.

     En la persona de LUIS SÁENZ de la CALZADA (1912-1994) se cifra una provincia de León influida por la Institución Libre de Enseñanza que, para los más avisados y memoriosos, ya sólo se celebra en algunos nombres del callejero leonés. Y, sin embargo, gracias a los principios institucionistas León participó en un proyecto de reforma pedagógica que desarrolló poderosos vínculos con la capital de España. Calzada frecuentó la madrileña Residencia de Estudiantes; formó parte, dirigido por Federico García Lorca, del elenco de actores de La Barraca; se sumó a las vanguardias que, durante los años veinte y treinta, se ensayaron en Madrid; sobrevivió, enmascarado en el Teatro Nacional, a la Guerra Civil y a una dura posguerra; durante el franquismo se convirtió en un poeta secreto; practicó la odontología y el magisterio universitario en León, ciudad en la que ejerció sus muchas

 vocaciones mientras preparaba el camino de la transición democrática.

     La exhibición de su obra pictórica plantea algunos problemas. En primer lugar, no es fácil determinar un itinerario cronológico, pues Calzada no databa sus obras, salvo aquellas que hacían de la fecha de ejecución la clave de la pieza. Tampoco disponemos de registros suficientes y solventes para establecer la diacronía de su trabajo. Así que hemos optado por una solución sincrónica, reagrupando lienzos, tablas y papeles alrededor de los temas que, durante su dilatada experiencia artística, no dejó de tratar: arlequines y ángeles como seres mediadores, animales que reflejen mitos y nos instruyan sobre la evolución convergente, ojos heterotópicos, seres durmientes, lo mistérico en la mujer, la máscara y el teatro, lo enigmático del círculo, los autorretratos como emblemas y la pervivencia del legado artístico de sus amigos fallecidos.

     Otro problema añadido es la multiplicidad de formatos, técnicas y soportes utilizados. La solución que ofrecemos, para el montaje de la exposición, consiste en aceptar resignadamente tal variedad y mostrarla con la deliberada intención de abundar en las muchas vocaciones de Calzada. Algunos dibujos parecen ilustraciones de tratados científicos, mientras que no pocos cuadros le deben tanto a las primeras vanguardias y a su experiencia teatral como a las nuevas teorías científicas. Al fin y al cabo, Calzada sintió como misión, al igual que todos los sabios, la celebrada unión alquímica de los contrarios: la de estilos artísticos que se excluían, la de épocas de España que se negaban la una a la otra y la de una ciencia que se apartaba de las humanidades.

Adolfo Álvarez Barthe

fotos EXPOSICIÓN,

INAUGURACIÓN

Y VISITAS GUIADAS

VIDEO EN LA EXPOSICIÓN

El Departamento de Arte y Exposiciones del Instituto Leonés de Cultura le informa de las actividades previstas para el próximo sábado día 11 de noviembre a las 17,30 h. en el Centro de Interpretación del Clima de La Vid de Gordón con motivo de la exposición “Estratos Fracturados”

 

Conferencia de Adolfo Álvarez Barthe sobre el intelectual y pintor

Luis Sáenz de la Calzada

 

(Una nueva visión que aporta enfoques de gran interés sobre la figura del artista)

 

La actividad es gratuita hasta completar el aforo

 

 

Luis García Martínez

Director del Departamento de

Arte y Exposiciones

Instituto Leonés de Cultura

VIDEO CONFERENCIA

Webs de las fuentes